domingo, 11 de julio de 2010

Sin más

Mi mente está desocupada. Tiene mucho tiempo libre. Y eso es un grave problema.
El agobio, la presión de los exámenes y las clases han desaparecido. Ahora el tiempo apremia ya que he visto reducidos tres meses de vacaciones a escasas dos semanas a las que juro sacarles el máximo partido. No va a haber minuto sin aprovechar.
Ahora otros nervios me acechan, y mi cabeza, que siempre va por libre, ha decidido despegarse de este saco de huesos y volar bien lejos al fin, allí donde el sol abraza la esperanza y el calor borra todo rastro de sombra o vacío. Me siento llena, demasiado bien, mi sonrisa no se borra.
No sé a dónde me conducen mis pies, he encontrado un nuevo camino... tiene buena pinta y me apetece seguirlo. Mi parte racional dice que no a gritos, me suplica en llanto que no vaya hacia esa dirección y me advierte de los peligros y repercusiones que puede tener pero...
¿no he perdido ya suficiente por no atreverme y no andar?
Es más lo que puedo ganar que perder.
Es más lo que estoy ganando que lo poco que puedo perder.
Aún no me atrevo a confesarlo, eso sí que no... tengo q hallar un lugar seguro.
Pero no hay rincón que me parezca más segundo ahora mismo, en la inmensidad del universo, que despertarme con tus caricias sobre mi espalda y mi cara, acurrucada entre tus brazos sintiendo todo tu calor, sin atreverte a hablar.
Me pierdo en tus ojos, en tus rodeos y tus contestaciones a medias, tus frases con trampa... Me gusta este juego, me gusta esta llama que se está encendiendo en mí... o más bien, me gusta esta llama que me he dado cuenta que ha nacido aquí.
¿En qué momento? ¿Con qué palabra? ¿Dónde?
¿Cuándo empezó todo esto?
¿Y qué hago yo?
¿Qué puedo hacer si no rendirme o tentarte?
Tengo ganas de volver a sentir tus manos... quiero volver a verme reflejada en tus ojos.
Gracias por todo, por ser quien eres, por no cambiar ni un ápice.
Gracias por ser tú, conmigo.